En un día en el que Israel aumenta su tasa de vacunación por encima del 50 por ciento y el conflicto entre la Unión Europea y la farmacéutica AstraZeneca por la entrega de 80 millones de dosis de vacunas en el primer trimestre entra en su siguiente ronda, Bolivia celebra la llegada de un avión como si el propio Papa estuviera a bordo.

El jueves pasado (28.01.), un avión de Boliviana de Aviación aterrizó con las primeras vacunas para el país sudamericano: 20.000 dosis de la vacuna rusa Sputnik V. El presidente Luis Arce asistió a la recepción del cargamento y declaró con orgullo: “Nosotros no hablamos, mostramos resultados”.

Fernando Patiño, en cambio, no está de humor para celebrar. “Las 20.000 dosis son sencillamente demasiado pocas para lo que necesitamos”, afirma el médico de La Paz, que en años anteriores investigó en la Universidad Johns Hopkins en Estados Unidos. El viernes, Bolivia se convirtió en el 56 país del mundo en empezar a vacunar, y los médicos de las unidades de cuidados intensivos de las metrópolis de La Paz y Santa Cruz recibieron las primeras vacunas.

Bolivianos ricos vuelan a Miami para vacunarse
Patiño, sin embargo, observa con preocupación el fuerte aumento de la cifra de contagios con coronavirus. Los 2.866 nuevos casos del miércoles pasado marcaron un nuevo récord. Más de 10.000 personas ya murieron en Bolivia en relación con el coronavirus.

“Bolivia nunca tuvo una estrategia en esta pandemia. Principalmente porque el presidente fue anteriormente ministro de economía y no tiene ni idea de sanidad”, critica Patiño, “y cuando se trata de planificar las vacunas, peor todavía. El gobierno ha prometido repetidamente que hasta marzo tendríamos dosis de vacunas para toda la población”.

Los bolivianos más adinerados prefieren ir a lo seguro. La clase alta boliviana se sube en masa a los aviones con destino a Miami para conseguir la ansiada vacuna en Estados Unidos. Mientras tanto, solo en La Paz, más de 20 médicos intensivistas han perdido la vida en un mes a causa del COVID-19.

Criticas a la vacuna Sputnik
Entre ellos se encontraban algunos antiguos colegas y amigos de Guillermo Cuentas, que llegó a ser ministro de Salud en Bolivia a finales de la década de 1990. Hoy, su voz sigue teniendo peso, y por eso advierte incesantemente contra la desinformación que se difunde actualmente a través de las redes sociales en el país. “Algunos no trepidan en establecer comparaciones con Chernóbil por la falta de transparencia de Rusia respecto a la vacuna”.

Cuentas elogia explícitamente la cooperación de los gobiernos boliviano y argentino en el transporte de las 20.000 dosis de vacunas desde Moscú a La Paz vía Buenos Aires. Pero la euforia por la vacuna pronto dio paso a una discusión sobre quién podría reclamar para sí ese éxito.

“El actual gobierno de Arce culpa al gobierno anterior del retraso y reclama las 20.000 dosis de vacunas como su éxito; el anterior gobierno de Áñez, a su vez, replica que preparó el pedido perfectamente y que el actual gobierno está ideologizando la vacuna Sputnik”, dice Cuentas.

Suministro a través de la iniciativa Covax de la OMS
En cualquier caso, el cálculo boliviano contra el coronavirus parece simple: con 11,6 millones de habitantes, se necesitan unos 7,6 millones de personas vacunadas para lograr la inmunidad de rebaño. Dado que todo el mundo debe recibir dos vacunas, eso hace un total de 15 millones de dosis de vacunas. 5,2 millones de dosis serán suministradas por Rusia (Sputnik V), diez millones provendrán de AstraZeneca.

Sin embargo, lo que parece la ecuación perfecta tiene una incógnita, porque Bolivia solo ha comprado la mitad de esa cantidad de la vacuna británico-sueca. Bolivia quiere adquirir los otros cinco millones de dosis a través de la iniciativa Covax de la Organización Mundial de la Salud (COVID-19 Vaccines Global Access).

La iniciativa, a la que se han adherido 190 países, pretende garantizar un acceso equitativo y justo a las vacunas en todo el mundo. De este modo, incluso las personas más pobres de los países en vías de desarrollo deben ser vacunadas contra el COVID-19 lo antes posible.

La pandemia solo se puede superar a nivel mundial
“Solo estaremos protegidos del COVID-19 si la gente de todo el mundo tiene acceso a la vacuna”, afirma Maike Voss, experta en salud de la fundación Ciencia y Política de Berlín. “Cuanto más tardemos en distribuir la vacuna a nivel mundial, más tiempo tendremos que afrontar las consecuencias de la pandemia”.

Sin embargo, algunos países parecen haber olvidado que nos encontramos en medio de una pandemia mundial que solo puede resolverse a nivel mundial. La mirada diaria a las tasas de vacunación internacionales se asemeja a mirar la tabla de medallas en los Juegos Olímpicos.

Los medios de comunicación se vuelcan a elogiar al campeón de la vacunación, Israel, pero apenas se menciona el hecho de que Paraguay, Haití o Guatemala aún no han recibido una sola dosis de vacuna.

Los países ricos apoyan y esquivan a Covax
La cuestión de la distribución es siempre también una cuestión de poder, critica Voss. “Al principio, los países ricos decidieron apoyar financieramente a Covax, pero compraron las vacunas directamente a los fabricantes. Dejaron de lado a Covax y con su mayor poder adquisitivo se aseguraron las vacunas antes que otros”.

Hasta finales de 2021, deberían estar listas al menos 2.000 millones de dosis de vacunas de calidad garantizada y basadas en la demanda para poner fin a la fase aguda de la pandemia: este es el objetivo declarado de Covax. Esto incluye las vacunas para Bolivia.

Queda todavía un largo camino por recorrer. Los países europeos podrían apoyar a Covax de tres maneras, dice la experta en salud: “En primer lugar, financiando totalmente a Covax; en segundo lugar, creando cupos de vacunas humanitarias para las personas en zonas de crisis y en situación de desplazamiento; y en tercer lugar, donando las dosis de vacunas sobrantes a Covax o a los países asociados”.

Autor: Oliver Pieper