Washington, 3 dic (EFE).- La tensión entre el presidente saliente de EE.UU., Donald Trump, y el fiscal general del país, William Barr, creció este jueves entre rumores de que podría despedir a ese miembro de su gabinete, que ha reconocido que no ha visto pruebas de un fraude electoral.

Trump expresó abiertamente su frustración con Barr en declaraciones a la prensa en la Casa Blanca, dos días después de que el titular de Justicia rompiera con su versión infundada de que hubo un fraude en las elecciones del mes pasado, que ganó el presidente electo, Joe Biden.

“DECEPCIONADO” CON BARR

Barr y el Departamento de Justicia “deberían estar investigando todo este fraude (…) y no han mirado demasiado, lo cual es una decepción, para serle honesto”, dijo Trump.

Preguntado por si sigue teniendo confianza en Barr, el presidente saliente se limitó a contestar: “Pregúnteme eso de nuevo dentro de unas semanas”.

El mandatario reaccionaba así a los comentarios que hizo el fiscal general en una entrevista este martes, en la que afirmó que, hasta ahora, su departamento “no ha visto un fraude de tal magnitud que pudiera haber afectado un resultado diferente en las elecciones” en los casos que ha examinado.

Esas declaraciones enfurecieron a Trump, que luego mantuvo una tensa reunión con el fiscal general en la Casa Blanca, reveló este jueves la cadena CNN.

El presidente saliente sigue enrocado en sus denuncias de fraude a pesar de que todos los estados clave ya han certificado los resultados y la victoria de Biden está clara, y no ha encajado bien el jarro de agua fría de Barr.

Varios asesores de Trump le están aconsejando que no despida al fiscal general, pero el presidente no ha descartado hacerlo, según el diario The Washington Post y la cadena NBC News.

Trump acostumbra a despedir de manera fulminante a miembros de su Gabinete cuando percibe que su lealtad puede haber disminuido, pero expulsar a su fiscal general sería especialmente polémico.

Históricamente, el Departamento de Justicia que lidera Barr ha operado con independencia de las directrices políticas de la Casa Blanca, por lo que los presidentes no deben influir en sus investigaciones.

LA RENDICIÓN DEL FIEL BARR

Barr, que dirige ese departamento desde febrero de 2019, ha sido especialmente fiel a Trump y no le ha importado difuminar la línea entre su cometido presuntamente independiente y las prioridades del presidente.

Su distanciamiento de Trump en este caso evidencia la imposibilidad de defender, con la ley en la mano, la insistencia del mandatario en que le han robado las elecciones, una denuncia que han rechazado ya decenas de tribunales y sobre la que nunca se han aportado pruebas contundentes.

La relación entre Trump y Barr ya era fría antes de sus comentarios del martes: según el Post, el presidente llevaba meses sin hablarle y estaba molesto por lo que percibía como falta de avances en una investigación sobre la conducta del FBI en las elecciones de 2016.

Al mandatario no le ha temblado la mano a la hora de despedir a miembros de su gabinete, pero ha sido algo más cauteloso en el caso del Departamento de Justicia: al predecesor de Barr, Jeff Sessions, tardó un año y medio en expulsarle desde que empezó a desconfiar de él.

E incluso si le despide, es improbable que Trump pueda colocar -y confirmar en el Senado- a un sucesor que sí obedezca sus directrices sobre el fraude electoral en las apenas ocho semanas que le quedan en el poder.

Trump no para de encajar reveses en su campaña para revertir el resultado de las elecciones: este jueves, el Tribunal Supremo de Wisconsin desestimó una demanda de su equipo cuyo objetivo era anular la certificación de los resultados electorales en ese estado clave, donde ganó Biden.

Pero eso no evitó que Trump insistiera, en sus declaraciones a la prensa en la Casa Blanca, que las elecciones estuvieron “amañadas” y que ese presunto ardid debería examinarse por la vía “criminal”.

NUEVOS ASESORES DE BIDEN Y HARRIS

Mientras, Biden siguió dando forma al equipo que le acompañará a la Casa Blanca en enero, y anunció que su principal asesor económico será Brian Deese, quien jugó un importante papel en la negociación del Acuerdo de París bajo el Gobierno de Barack Obama (2009-2017).

No obstante, Deese también ha recibido críticas por parte de grupos ecologistas por haber trabajado en los últimos años como el director de sostenibilidad del fondo inversor estadounidense BlackRock, que cuenta con importantes activos en España y México.

La vicepresidenta electa, Kamala Harris, anunció por su parte que su jefa de gabinete será Tina Flournoy, hasta ahora asesora del expresidente Bill Clinton (1993-2001); mientras que Rohini Kosoglu la asesorará en temas internos de EE.UU. y la diplomática Nancy McEldowney, en materia de seguridad nacional.