El repunte de casos de COVID-19 en Estados Unidos ha mermado los suministros de oxígeno y obligado a los hospitales a requerir de más respiradores artificiales, aun cuando hay señales de que la propagación del virus está disminuyendo en zonas de alto contagio del país.

En Tulsa, Oklahoma un hospital llamó recientemente al número de emergencias 911 luego debido a que necesitaban una transferencia de emergencia para un paciente que requería de oxígeno de alto flujo y sólo tenía suministro para unas cuantas horas. El hospital recibió un cargamento horas más tarde, pero la experiencia representó una señal de alerta para otros hospitales, dijo el doctor Jeffrey Goodloe, director de salud del sistema EMS que brinda servicios en Tulsa y Oklahoma City.

“Si le puede suceder a un hospital, le puede suceder a cualquier hospital”, puntualizó Goodloe. “No hay que decir, ‘esto no sucederá aquí’, porque puede suceder de inmediato”.

La escasez de oxígeno es otra señal del impacto que ha tenido el nuevo repunte de casos de COVID-19 en la red de hospitales del país. Un puñado de estados, incluyendo Florida, Oregon, Hawai, Mississippi y Luisiana ya han impuesto máximos históricos de hospitalizaciones por COVID-19, y muchos hospitales apenas tienen personal o camas de cuidados intensivos suficientes.

Sin embargo, también hay buenas noticias.

El país promedia 155.000 nuevas infecciones diarias, pero la tendencia se ha desacelerado drásticamente en comparación con principios de agosto.

Florida, Missouri, Arkansas, Luisiana y Mississippi reportaron un ligero declive de casos en las últimas dos semanas. Florida ha registrado una caída de hospitalizaciones por COVID-19 en los últimos días, al igual que hospitales en Springfield, Missouri, uno de los primeros epicentros del repunte impulsado por la variante delta.

Las cifras de vacunación también van en aumento, y el coordinador en materia de COVID-19 de la Casa Blanca, Jeff Zients, lo atribuye a los requerimientos de inoculación que se han implementado en varias partes del país, incluyendo restaurantes, centros de trabajo, arenas deportivas y escuelas.

“Se ha acelerado de manera importante la tasa de primeras dosis. En agosto tuvimos más de 14 millones. Son casi 4 millones más en comparación con el mes anterior”, declaró Zients.

Pero las cifras no se han movido mucho en la semana transcurrida desde que la Administración de Alimentos y Medicamentos (FDA por sus siglas en inglés) autorizó por completo la vacuna de Pfizer luego de una revisión a seis meses de datos sobre su eficiencia. El promedio de siete días de dosis administradas en Estados Unidos subió el lunes a 898.000 respecto a las 853.000 de la semana previa.

Las muertes también están aumentando, con un promedio de más de 1.300 al día, algo que las autoridades de salud predijeron que ocurriría como resultado del aumento masivo de casos y hospitalizaciones en el último mes.