Supongamos que eres un miembro nuevo de la familia SARS-CoV-2, con algunos ajustes genéticos que te distinguen del resto del clan. Tal vez tengas cambios en tu proteína de pico que te permitan invadir más fácilmente las células, o una mutación aleatoria que te ayude a eludir los efectos del tratamiento utilizado para matar el virus.

Podrías ser un contendiente. Pero primero tienes que salir del cuerpo en el que estás e infectar a más personas.

¿Qué se necesita para tener éxito y prosperar? Asimismo, ¿qué te haría morir como un experimento de corta duración en la dura cámara de pruebas de la evolución?

Un modelo matemático realizado por investigadores del Centro de Investigación de Cáncer Fred Hutchinson en Seattle sugiere que para que una variante genética del SARS-CoV-2 se convierta en una nueva presencia amenazante, no es suficiente ser aterrador y altamente transmisible. También necesita una serie de golpes de suerte para establecerse.

Más notablemente, debe ganar la entrada a un evento superpropagador si quiere tener la oportunidad de pelear para alcanzar una población. En el breve período durante el cual su portador está cerca de su pico de carga viral, la nueva variante necesita viajar a algún lugar como un ensayo de coro, un mitin político, un bar mal ventilado o un estadio cubierto lleno donde haya gente mezclándose de cerca y muchos no estén usando cubrebocas.

Una vez allí, debe infectar al menos a un puñado de personas. Cinco serían suficientes para que la nueva variante viva y compita por más víctimas. Infectar 20 o más le dará una oportunidad real de convertirse en predominante en su nueva comunidad.

El tiempo es esencial, sugiere la nueva investigación: incluso para una nueva variante que está armada con grandes habilidades de transmisión, ese primer evento superpropagador debe ocurrir dentro de un mes de su llegada para que la cepa tenga la posibilidad de establecerse.

Son muchas ventanas estrechas y muchos obstáculos altos, y la probabilidad de que una nueva variante elimine todos esos obstáculos es bastante pequeña, concluyeron los investigadores. Y eso debería ofrecer a los humanos un poco de esperanza.

Pero luego está la realidad: al menos cinco nuevas “variantes de preocupación” aparentemente han superado estas terribles probabilidades en el lapso de aproximadamente seis meses.

Eso sugiere algo bastante siniestro: es posible que haya muchas más variantes de este tipo, cada una buscando su golpe de suerte. Si bien pocas cepas lo obtendrán, solo se necesitan una o dos con la combinación correcta de mutaciones para prolongar o intensificar la pandemia, o para socavar las vacunas y medicamentos que podrían acabar con ella.

El modelo del equipo se publicó esta semana en MedRxiv, un sitio donde los investigadores comparten los resultados de sus indagaciones y buscan comentarios de sus colegas. Como tal, sus hallazgos se consideran preliminares.

Para los investigadores que esperan ver a la vuelta de la esquina de la pandemia, un ejercicio de modelado como este es más que una especulación ociosa.

Se sabe que el coronavirus que causa COVID-19 muta constantemente, pero casi siempre de una manera que no cambia significativamente su comportamiento. Entonces sería bueno saber cómo nacen estas variantes y si hay muchas más como ellas. Y si las hay, sería útil conocer el proceso para contenerlas rápidamente.

Los estudios de modelos “fenomenológicos” como este recopilan los patrones tremendamente erráticos de propagación enterrados en los datos de la pandemia, los combinan con casos bien documentados de eventos superpropagadores y presentan una nueva variante que juega con reglas ligeramente diferentes. Luego, interpretan lo que sucede a continuación una y otra vez en modelos de computadora que actúan como tubos de ensayo digitales.

Una cuestión de la que los investigadores están cada vez más seguros es que, en los pacientes con sistemas inmunitarios comprometidos, es más probable que el coronavirus adopte no solo una, sino una serie de mutaciones. Esos cambios genéticos podrían dificultar aún más la lucha contra el virus con medicamentos, cubrebocas y vacunas.

Un modelo como este no produce medidas sobre la eficacia con la que una intervención, como el uso universal del cubrebocas, puede detener la propagación. No genera predicciones sobre la próxima etapa de la pandemia. Pero proporciona información sobre cómo se comporta un virus en una variedad de circunstancias, junto con estimaciones probabilísticas que pueden agudizar las intuiciones de los funcionarios de salud pública.

“Con toda probabilidad crearemos nuevas variantes además de las que han surgido”, comentó el Dr. Joshua T. Schiffer, quien dirigió el equipo de modelado de Fred Hutch. “Y las que van a ganar son las que esquivan la vacuna o se transmiten con mayor facilidad”.

Estas variantes aún no tienen nombre y es posible que no aparezcan durante meses, agregó Schiffer. Pero cuando surjan, estarán sujetas a las mismas duras experiencias de su edad temprana.

Después de analizar miles de escenarios, el equipo concluyó que las mutaciones con capacidades potencialmente aterradoras para propagarse y enfermar probablemente ocurren con frecuencia en el curso de una pandemia del tamaño de esta. Después de todo, hay docenas de ramas en el árbol genealógico del SARS-CoV-2, y cada una de ellas podría haber sido una posibilidad de daño genético. Dada la tasa de desgaste de las nuevas variantes, deben nacer cada día en todo el mundo otras desafortunadas para que hayan surgido tantas ramas.

Los períodos de alta transmisión parecen crear una atmósfera de bienvenida para todas las mutaciones. Entonces, cuando las infecciones aumentan, incluso una variante que no sea más transmisible que las que ya están en circulación tiene más posibilidades de abrirse camino a codazos en el juego, muestra el modelo. Y una mutación genética que llega con una ventaja biológica en ese departamento tiene aún más probabilidades de tener éxito.

Todos estos recién llegados todavía enfrentan grandes retos. Pero si existen muchas variantes, y si las sociedades descuidadas les brindan la posibilidad de un evento superpropagador, entonces es razonable suponer que al menos una o dos pueden ganar un punto de apoyo suficiente para despegar.

Su impacto en la trayectoria de la pandemia será un juego de dados genético.

Mientras tanto, la investigación ofrece algunos consejos prácticos, tanto para los expertos, como para el público en general.

La forma más eficaz de reducir el número de nuevas variantes es evitar que ocurran “grandes oleadas de infección”, escriben los autores del estudio. Un aumento repentino no solo es un entorno ideal para generar nuevas mutaciones, sino que también ofrece muchas oportunidades para un evento superpropagador.

Y eso significa que todos tenemos un papel que desempeñar al usar cubrebocas, practicar el distanciamiento social, evitar las grandes reuniones y tomar otras precauciones que puedan privar a una nueva variante de la suerte que necesita.

Este artículo fue publicado por primera vez en Los Angeles Times en Español.