El planeta produce anualmente más de 2.100 millones de toneladas de basura, y solo el 16 por ciento logra llegar a reciclarse. Por increíble que parezca, algunos países como Noruega y Suecia importan basura para producir energía: otros como Taiwán han adquirido con éxito una verdadera cultura del reciclaje, pero la mayoría de los gobiernos no se responsabiliza de sus propios desechos y los expulsa a otras naciones.

En 2021, China cerró definitivamente sus fronteras a los residuos que durante 30 años le enviaron otros países del mundo. Cada año, plantas de tratamiento y vertederos recibían hasta 45 millones de toneladas de basura, casi la mitad de los desechos reciclables del planeta. Ahora, esos residuos se reparten en distintos destinos, entre ellos, México…

Sin embargo, México no sólo recibe desechos, también los exporta. De 2015 a agosto de 2021, nuestro país envió 2 millones 187 mil toneladas de basura e importó 617 mil toneladas, pero esta tendencia se está revirtiendo. La problemática crece porque las autoridades ambientales no llevan a cabo una adecuada regulación de los residuos plásticos y ni siquiera se conoce su destino final.

El 55 por ciento de la basura que ha salido de México en los últimos 7 años se manda a Estados Unidos, sin embargo, de este mismo país llega el 94 por ciento, principalmente de California y Texas.

Según la base de datos de la Oficina del Censo de Estados Unidos, México recibió en 2021 alrededor de 84 mil toneladas de desechos provenientes de la Unión Americana, el segundo mayor productor de residuos plásticos de un solo uso en el mundo. Esta cifra convierte a México en el principal basurero de Estados Unidos en América Latina.

De acuerdo con un estudio de la GAIA (Alianza Global para Alternativas a Incineradores), estos residuos suelen llegar contaminados o son difíciles de reciclar, por lo que terminan siendo enterrados, abandonados en ríos y mares, o peor, quemados de manera irregular, lo que irremediablemente genera un grave impacto ambiental y daños a la salud de quienes habitan alrededor.

A pesar de que México forma parte del Convenio de Basilea sobre el Control de los Movimientos Transfronterizos de Desechos Peligrosos, no existen políticas públicas claras y contundentes para tener control de los desechos plásticos, desde su reutilización hasta el final de su vida útil.

Mientras más países cumplan con el convenio o comiencen a implementar más restricciones a la basura que atraviesa sus fronteras, México corre el riesgo de convertirse en el gran basurero del mundo, sobre todo, ahora que los insumos sanitarios se han convertido en el gran problema a enfrentar por la pandemia del covid-19.