Un escaso número de electores acudieron el domingo a los centros de votaciones para escoger nuevos diputados de la Asamblea Nacional de Venezuela, en unos comicios que habían sido rechazados meses atrás por gran parte de la comunidad internacional por falta de transparencia.

La oposición venezolana, liderada por el presidente interino Juan Guaidó, se abstuvo de participar en las elecciones, de modo a que los resultados a ser anunciados a altas horas de la noche del domingo tenían previsto favorecer al régimen de Nicolás Maduro en su propósito de desmantelar el control de sus adversarios sobre la Asamblea Nacional.

Según datos del régimen de Nicolás Maduro, unos 20 millones de venezolanos están registrados para votar en los comicios para escoger a 277 diputados, entre candidatos nominados por el oficialista Gran Polo Patriótico y de otras cuatro alianzas que se presentaron como independientes pero que fueron denunciadas por la oposición de ser movimientos oportunistas que solo intentaban darle algún aire de legitimidad a lo que calificaron de farsa electoral.

La legitimidad de los comicios ya había sido rechazada meses atrás por Estados Unidos, la Unión Europea y los países congregados bajo el Grupo de Lima y la Organización de Estados Americanos (OEA), entidades que ya habían advertido que el proceso preparado por el régimen carecía de garantías y no podían ser llamado elecciones.

“El fraude electoral de Venezuela ya se ha cometido”, escribió el secretario de Estado estadounidense Mike Pompeo a través de su cuenta de Twitter. “Los resultados anunciados por el régimen ilegítimo de Maduro no reflejarán la voluntad del pueblo venezolano. Lo que está sucediendo hoy es un fraude y una farsa, no una elección”.

La legitimidad del proceso también era cuestionados por los propios electores quienes por la mayor parte se abstuvieron de acudir a los centros de votaciones, aun cuando el régimen emprendió una campaña para arrastrar a los empleados públicos y los sectores de menos recursos que reciben beneficios del Estado so pena de perder la asistencia estatal.

Según datos de la encuestadora Meganalisis, la participación del electorado era de apenas 19.13% a las 6 p.m., hora en que los centros de votaciones debían cerrar, pese a los esfuerzos del régimen por tratar de sacar electores a la calle.

Esa tasa era consistente con los datos anunciados dos horas antes por el Observatorio Contra el Fraude, conformado por la Asamblea Nacional y organizaciones civiles como Súmate, que a las 4 p.m. reportaban una participación nacional de 16.1%.

No obstante, los observadores independientes advirtieron que el régimen posiblemente intentará inflar los números de participación en esta elección, tal como lo hizo en el 2017 con las elecciones de la cuestionada Asamblea Nacional Constituyente (ANC), donde los 2.48 millones de electores que participaron luego fueron reportados como 8.09 millones, según datos de la Asamblea Nacional.

El Consejo Nacional Electoral (CNE), entidad controlada ilegítimamente por el régimen, intentará de elevar la participación a entre 30% y 35% de los electores, dijo Rubén Chirinos, presidente de Meganalisis, a el Nuevo Herald.

Chirinos había advertido horas antes que el régimen había emprendido un gran despliegue mediático para tratar de ocultar el marcado ausentismo. “La desvergüenza que se exhibe en el despliegue propagandístico y mediático dentro de Venezuela, donde se maquilla una realidad estadística incontrovertible”.

En las últimas elecciones el régimen ha caído en la práctica de manipular los resultados electorales ante la falta de instrumentos de supervisión y observadores internacionales creíbles, señalan los opositores.

El régimen instauró unas 30,000 mesas de votación en todo el país para escoger a los 277 nuevos diputados que remplazarían a los opositores que controlan a la actual Asamblea Nacional.

El régimen ya contaba con una especie de congreso paralelo en la ANC que aun cuando operaba ilegalmente le sirve para aprobar sus propias leyes. Pero necesita retomar el control de la Asamblea Nacional para poder endeudarse en el exterior, aseguran analistas.

Temprano en la mañana del domingo, integrantes del equipo de Guaidó, considerado como el legítimo jefe de Estado de Venezuela por una coalición internacional liderada por Estados Unidos, insistieron en la falta de legitimidad de los comicios y solicitaron a la comunidad internacional que acentúe la presión sobre el régimen en respuesta al nuevo intento de fraude del régimen de Maduro.

“Desde la oposición democrática seguimos comprometidos con la búsqueda de una solución que permita a los venezolanos decidir su futuro, pero esto no será posible a menos que la comunidad internacional aumente la presión sobre la dictadura y sus colaboradores”, dijo en un comunicado Julio Borges, representante de Guaidó para las Relaciones Exteriores.

Y desde Estados Unidos, el congresista republicano por la Florida, Mario Díaz-Balart, advirtió que el mundo no se dejara engañar por las “falsas elecciones” organizadas por Maduro que solo buscan extender su ilegítima permanencia en el poder.

“La desesperada y malvada dictadura de Maduro no logrará confundirnos con estas falsas elecciones de hoy en sus esfuerzos por permanecer en el poder. El pueblo de Venezuela merece libertad y democracia”, señaló el congresista republicano en Twitter, al agregar la etiqueta “esto no es una elección”.

Preocupados por los prospecto de una escasa participación, el régimen había redoblado en las últimas semanas los mensajes para motivar a la población a votar. Algunos de esos mensajes, sin embargo, lucían poco democráticos.

“El que no vota, no come”, advirtió Diosdado Cabello, el número dos del chavismo, en un evento realizado la semana pasada. “Para el que no vote, no hay comida. El que no vote, no come, se le aplica una cuarentena ahí sin comer”, amenazando así a los millones de venezolanos que dependen de la ayuda alimentaria para poder sobrevivir.