BUENOS AIRES, 9 ago (Reuters) – Analistas opinan sobre el futuro de la tercera economía de América Latina en medio de presiones económicas y políticas ante las elecciones legislativas de medio término que se celebrarán en noviembre, que son consideradas un referente respecto al apoyo a la actual gestión.

La fuerte escalada inflacionaria provocada por la abultada emisión monetaria, la pandemia de COVID-19 que golpea el crecimiento y la lenta negociación con el Fondo Monetario Internacional (FMI) para reestructurar unos 45.000 millones de dólares siguen marcando el rumbo económico.

El presidente Alberto Fernández dijo que la economía de Argentina crecería 7% este año y alrededor de 4,5% en 2022, después de tres años de recesión.

  • “Con las elecciones legislativas a menos de dos meses, el gobierno apunta a un impulso al consumo buscando recuperar la confianza del electorado. El impulso deberá calibrarse con cautela, y el pragmatismo deberá estar a la orden del día, ya que el desafío principal será evitar exacerbar desequilibrios que pudieran generar tensiones inflacionarias y cambiarias en la antesala de las elecciones”, señaló el Grupo SBS en un informe.
  • Los activos domésticos “reconocen que las lecturas que dejen los comicios serán relevantes para los múltiples desafíos postergados hasta luego de las elecciones, entre ellos un acuerdo con el FMI que permita refinanciar los abultados vencimientos a partir de 2022”, dijo Gustavo Ber, de Estudio Ber.
  • “Consideremos que los precios de hoy descuentan unos niveles cercanos a una reestructuración en dos o tres años, y la posibilidad de default está arriba de 70% a cuatro o cinco años de nuevo. Es decir: no hemos resuelto nada de la deuda”, dijo Ariel Manito, de Portfolio Personal Inversiones.
  • “Una amenaza para el nivel de actividad de próximos trimestres es el eventual dilema para el banco central entre aplicar dólares de las reservas para facilitar importaciones o mantener bajo control la brecha cambiaria”, dijo la Fundación Mediterránea.
  • “El gran problema es que esta baja (inflacionaria) no será duradera, sino que se volverá insostenible por su propio peso. Cuando las anclas son forzadas y se acumulan atrasos, la dinámica termina pasando factura más temprano que tarde. En consecuencia, no solo tendremos una inflación mayor al 40% en 2021: también será así en 2022”, señaló Ecolatina.
  • “Los controles cambiarios podrían impulsar la demanda

inmobiliaria y de otros bienes durables como autos”, estimó la consultora ACM.

  • “Luego de seis meses de estancamiento, los dos últimos meses nos presentan una reactivación del crédito, además debemos destacar que el crecimiento de los préstamos al sector productivo representan prácticamente la totalidad del crecimiento de los préstamos totales, dado que los préstamos tradicionalmente familiares compensaron altas con bajas”, reveló Guillermo Barbero, de First Capital Group.
  • “El banco central conserva “poder de fuego” en el mercado cambiario pero ante una menor liquidación de divisas del

campo por cuestiones estacionales, y dada la emisión necesaria para cubrir la brecha financiera será importante monitorear con frecuencia la dinámica del tipo de cambio en los próximos meses”, dijo el agente de liquidación y compensación Neix.

  • “Hay algún poder de fuego, de resistencia, por parte del banco central pero no es infinito, tiene limitaciones que a medida que avanza el tiempo por ahí se ponen más a prueba”, dijo el economista Daniel Marx en declaraciones radiales.
  • “El nivel actual del dólar es inferior al de las peores crisis locales pero superior al promedio histórico y ha venido permitiendo un importante superávit comercial, si bien favorecido por los buenos precios de las commodities agrícolas de exportación”, dijo VatNet Research.

Agregó que “no obstante, es difícil evaluar su nivel de equilibrio dada la coexistencia de diversos segmentos, en todos los cuales interviene (el Gobierno)”.

“El abrupto retroceso fiscal presiona sobre el dólar paralelo”, dijo un forme de la Universidad de Belgrano y señaló que “el índice de Equilibrio Fiscal (IEF) que mide el Centro de Estudios de la Nueva Economía (CENE) de la universidad registró en junio un derrumbe del 24,2% respecto del nivel que había alcanzado en mayo, aunque se recuperó un 19,2% con respecto al mismo mes del 2020.