Washington.- Dos años después de que una horda de seguidores del entonces presidente de Estados Unidos Donald Trump (2017-2021) asaltara el Capitolio del país, el republicano quiere volver a la Casa Blanca, pero poco a poco se está viendo más acorralado por las investigaciones en su contra y se multiplican las voces que le dan la espalda.

El 6 de enero de 2021, miles de personas irrumpieron de forma violenta en el edificio del Congreso, en Washington, para intentar impedir la ratificación de la victoria electoral del demócrata Joe Biden espoleados por las falsas acusaciones de fraude vertidas por Trump.

Hubo cinco 5 y unos 140 agentes heridos en ese episodio, que todavía marca la agenda política y mediática del país.

Según el Departamento de Justicia, más de 950 personas han sido arrestadas por su participación en el ataque y 192 han recibido penas de cárcel ya sea en juicios o por acuerdos de culpabilidad.

TRUMP, EL PRINCIPAL RESPONSABLE Pero han tenido que pasar dos años para que el comité del Congreso que ha investigado los hechos, controlado por los demócratas, señalara sin titubeos al principal responsable: Donald Trump.

En su informe final, presentado el 19 de diciembre, el comité pidió al Departamento de Justicia del Gobierno de Biden que impute penalmente al republicano, y exhortó al Congreso que impida que Trump pueda presentarse de nuevo en las elecciones de 2024.

Tras meses exponiendo con testimonios lo que pasó en las entrañas de la Casa Blanca durante el asalto al Capitolio, el comité concluyó que Trump cometió los delitos de incitar a una insurrección, obstruir un procedimiento oficial, defraudar al Gobierno y hacer declaraciones falsas.

El causante “central” de lo ocurrido fue “un hombre, el expresidente Donald Trump, al que muchos otros siguieron”, según el informe.

En una entrevista, una trabajadora de la Casa Blanca declaró que Trump sabía que muchos manifestantes llevaban armas y que trató incluso de agarrar el volante de la limusina presidencial para acudir al Capitolio.

Sin embargo, en el Departamento de Justicia las cosas van despacio: Fue en noviembre pasado cuando el fiscal general de Estados Unidos, Merrick Garland, nombró a un fiscal especial para investigar el papel del expresidente en el asalto.

“Estamos comprometidos con garantizar la rendición de cuentas por los responsables del ataque a nuestra democracia y haremos todo lo que esté en nuestro alcance para que no vuelva a suceder”, dijo el miércoles Garland en un comunicado.

Aun así, si hay una investigación que ha acaparado titulares en los últimos meses es la del Departamento de Justicia contra Trump por haberse llevado ilegalmente documentos clasificados de la Casa Blanca al dejar el cargo.

El FBI encontró decenas de esos documentos de alto secreto durante un registro el 8 de agosto en Mar-a-Lago, la mansión del expresidente en Florida, ante lo que Trump denunció una “cacería de brujas”.

La fiscalía cree que el expresidente violó la Ley de Espionaje, obstruyó la Justicia y destruyó documentos, delitos que podrían conllevar desde multas hasta penas de prisión e inhabilitación para ocupar cargos políticos.

No son las únicas causas pendientes del multimillonario, quien también afronta acusaciones por irregularidades financieras de su emporio en Nueva York.

PIERDE PESO EN EL PARTIDO

Ante estos escándalos, incluido el asalto al Capitolio, el Partido Republicano casi al completo cerró filas en torno a Trump, quien sigue siendo el líder de facto de la formación y parecía mantener todavía un alto capital político.

Pero todo cambió en las elecciones de medio mandato del pasado noviembre, cuando los republicanos obtuvieron una victoria mucho más modesta de lo esperado y muchos candidatos radicales impulsados por Trump sufrieron severas derrotas.

Varias voces han pedido desde entonces su relevo e incluso el lanzamiento de su campaña presidencial para 2024 fue recibido con frialdad por los medios ultraconservadores que lo apoyaban.

“Un hombre de Florida lanza un anuncio”, publicó el New York Post en un modesto espacio de su portada.

En su lugar está ganando peso una nueva estrella de los conservadores, el gobernador de Florida, Ron DeSantis, quien ya aventaja a Trump en las encuestas como presidenciable.

Su pérdida de influencia se ha vuelto a escenificar esta semana cuando pidió a sus acólitos más radicales que votaran al republicano Kevin McCarthy como nuevo presidente de la Cámara de Representantes, pero hasta ahora han hecho oídos sordos a la voluntad de su líder.

Eduard Ribas i Admetlla

(c) Agencia EFE