Los Gobiernos locales de toda China han comenzado sus pedidos de vacunas experimentales contra el coronavirus, pese a que las autoridades sanitarias aún no saben con exactitud hasta qué punto funcionan o cómo pueden llegar hasta los 1,400 millones de personas que viven en el país.

Los laboratorios están ultimando sus últimos ensayos, según dijo el jueves el ministro chino de Exteriores durante una reunión de Naciones Unidas. Mientras que Moscú, Rusia, ya abrió centros de vacunación y Reino Unido autorizó el uso de emergencia de la vacuna de Pfizer.

El Gobierno aún no ha dicho a cuánta gente piensa vacunar. El viceprimer ministro, Sun Chunlan, indicó que los planes apuntan a vacunar este mes al personal de fronteras y otros grupos de alto riesgo.

La incipiente industria farmacéutica china tiene al menos cinco vacunas de cuatro compañías en ensayos clínicos en más de una docena de países, como Rusia, Egipto y México.

Los expertos en salud señalan que aunque tengan éxito, el proceso de certificación para Estados Unidos, Europa, Japón y otros países desarrollados podría ser demasiado complejo para que se utilicen allí.

Sin embargo, China dijo que se aseguraría que sus productos fueran asequibles para los países en desarrollo.

Una de las productoras, China National Pharmaceutical Group, conocida como Sinopharm, indicó en noviembre que había solicitado la autorización final de comercialización para su vacuna en el gigante asiático.

Otras han sido autorizadas para su uso de emergencia en personal sanitario y otras personas consideradas como en gran riesgo de contagio.

“Debemos estar preparados para la producción a gran escala”, dijo Sun, quien ha supervisado buena parte de la gestión de la pandemia en el país, durante una visita el miércoles a empresas desarrolladoras, según la agencia oficial de noticias Xinhua.

Las empresas chinas utilizan técnicas más tradicionales que las fabricantes occidentales.

A diferencia de la vacuna de Pfizer, que debe mantenerse a temperaturas de hasta -70 grados Celsius (-94 grados Fahrenheit), han señalado que la suya puede almacenarse entre los 2 y los 8 grados Celsius (de 36 a 46 Fahrenheit). Las fabricantes chinas aún no han detallado cómo podrán distribuir los fármacos.

Más de un millón de personas en China han recibido vacunas experimentales dentro de la autorización de emergencia. Los expertos sanitarios cuestionan por qué se ha hecho de forma tan masiva ahora, cuando el brote está en gran parte controlado dentro de sus fronteras.

Las autoridades sanitarias dijeron antes que China podría fabricar 610 millones de dosis para final de este año y ampliar la cifra a 1,000 millones de dosis el año que viene.

Por el momento, los fabricantes no han publicado los datos de efectividad y posibles efectos secundarios de sus vacunas.

Sinpharm tiene en marcha ensayos clínicos en 10 países, incluidos Emiratos Árabes Unidos, Egipto, Jordania, Perú y Argentina, con casi 60,000 voluntarios. Ha construido dos centros en China que pueden fabricar 200 millones de dosis al año.

Sinovac, por su parte, tiene ensayos en Brasil, Turquía e Indonesia. Su publicación más reciente, un estudio recogido en la revista científica The Lancet, mostraba que su candidata producía niveles de anticuerpos inferiores a los de personas recuperadas del COVID-19. La empresa estimaba que podría producir unos pocos millones de dosis de la vacuna para febrero o marzo de 2021.

Otra fabricante, CanSino, dirige ensayos en Rusia, Pakistán y México, y aspira a llegar a acuerdos con países latinoamericanos. Su vacuna, que ha utilizado el Ejército chino bajo autorización de emergencia, utiliza un adenovirus inofensivo para llevar genes a las células humanas y generar una respuesta inmune.

Una cuarta compañía, Anhui Zhifei Longcom Biologic Pharmacy Co, está realizando sus últimos ensayos en varios lugares de China.

Con información de AP.