La forma en que los alimentos ultraprocesados pueden afectar el cerebro causa preocupación entre algunos expertos en salud.

Sugieren que los cambios cerebrales causados por una dieta rica en estos alimentos pueden dificultar la reducción de su consumo, especialmente entre las personas más jóvenes.

¿Cuál es la preocupación?
La liberación del neurotransmisor dopamina en el cerebro crea una sensación de placer.

Registra todo el placer de la misma manera, ya sea en respuesta a las drogas, el dinero, las experiencias positivas o la comida.

La neurocientífica Nora Volkow relaciona esto con nuestro instinto básico de supervivencia: “durante la mayor parte de la evolución, la comida era escasa”, dice, por lo que necesitabas esta motivación para sobrevivir.

Los niveles altos de liberación de dopamina de los alimentos son más bajos y su velocidad es más lenta que con muchas sustancias adictivas conocidas, como las drogas.

Aunque esto significa que la comida es menos adictiva que estas sustancias, su accesibilidad, conveniencia y bajo costo hace que sea difícil de evitar.

Las investigaciones muestran que algunos alimentos, en particular los que tienen un alto contenido de grasa y azúcar (como muchos alimentos ultraprocesados), estimulan una mayor sensación de recompensa que otros.

Esto puede conducir a una “trampa del placer dietético”, según el psicólogo Douglas Lisle, ya que tus instintos biológicos te dicen “que busques el mayor placer con el menor dolor y el menor esfuerzo”.

La dopamina también puede interactuar con el neurotransmisor glutamato, que juega un papel en el aprendizaje de hábitos, el deseo y la recaída.

En un documental de la BBC, el doctor Chris van Tulleken comió un 80% de alimentos ultraprocesados durante un mes, el mismo porcentaje que consume una quinta parte de la población, según una investigación.

Durante el experimento de cuatro semanas, un escaneo de la actividad de su cerebro mostró áreas responsables de la recompensa vinculadas con áreas que impulsan el comportamiento automático y repetitivo.

“Estas eran conexiones que antes no existían”, explicó, y agregó que es una respuesta similar a la que se espera de alguien que toma drogas adictivas, como alcohol o cigarrillos.

Los cambios duraron más de seis semanas después de que terminó el experimento.

BBC